“si juzgas a la gente, no tienes tiempo para amarla”
(Madre Teresa)
El juzgar a los demás es un habito que viene de nuestro propio EGO, de nuestro deseo de sentirnos mejor que los demás y de manifestar nuestro rechazo a determinada actitud.
Pero el juzgar no solo afecta negativamente a quien juzgamos, sino a nosotros mismos. Quiero recordar aquí las sabias palabras de Jesús:
“No juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá” (Mateo 7: 1-2)
Cuantas amistades hemos perdido? Cuantas relaciones hemos afectado gracias a un juicio realizado?
Con nuestro juicio lastimamos en vez de ayudar a los demás.
Dejo una invitación: no desperdiciemos energía pensando en cómo debería ser la vida ajena y en lugar de ello concentrémonos en lograr la vida que queremos.
Juzgar, como dice la Madre Teresa nos impide !Amar al prójimo como a nosotros mismos!